Llevaba días divagando por serpenteantes caminos de locura embozados bajo las crestas de los viejos robles… en diversas ocasiones cruzaba alguna clariana irradiada por los rayos del sol burlesco e incitante…en el largo camino pequeños ciervos juguetones seguían las sombras proyectadas por el cruce de la luna en el vuelo de las rapaces aves nocturnas…
…entre las pequeñas brechas de luz podía vislumbrar el vaho producido por mis helados pulmones…ese vaho que se producía por la condensación del aire exterior al entrar en contacto con mi gélida expiración… la figura esculpida en el mismo hielo del infierno trabajaba sin descanso por enfriar cada extremidad con sus relativas prolongaciones y cada nervio con sus inquietos impulsos eléctricos logrando sucumbir a una hipotermia crónica…
…espesa niebla envolvía mi cuerpo, dispersa bajo los rayos del sol, concentrada bajo mi aliento…la oscurecida hormiga pequeña carraspeaba en el saco del almuerzo mientras temblorosa buscaba alguna miga de pan para poder pasar el día...
…entre cuatro arbustos somnolientos por el suave balanceo del viento logré alcanzar una profunda y mugrienta ciénaga… rechonchos sapos engordados por festines de moscas aguardaban el deslizante camino de lozas que transcurrían a lo largo del pantano… la oscurecida hormiga pequeña, con vientre lleno y rebosante alegría empezó a saltar en mi entumecida nariz, parecía estar contenta, pues en medio de la ciénaga una vieja y desgastada casa poco imponente se alzaba flotando sobre una balsa medio atada a un punto no definido en el espacio… paso a paso un extraño calor envolvía mi cuerpo deshaciendo parcialmente la niebla y tejiendo pequeñas brechas en mi gélida piel… pasos que elevaron un séptimo la temperatura de las escarchadas arterias…
…una dulce anciana de piel desdibujada por el paso del tiempo se hallaba en el porche de la vieja y desgastada casa… saludaba con una hermosa sonrisa… ese extraño calor provenía de su afable sonrisa, sabía que había visto antes a la dulce anciana, pero ni la oscurecida hormiga pequeña ni yo sabíamos dónde a pesar de tener algo familiar…
…en la entrada de la vieja y desgastada casa había un astillado cartel con una frase escrita a mano temblorosa…
- la eternidad sólo es para las ideas y los libros -
…no comprendí el significado de esas palabras hasta advertir como poco a poco la casa se hundía en la profunda y mugrienta ciénaga… la dulce anciana continuaba sonriendo como si nada sucediera a su alrededor…como si el tiempo no afectará a su vida… y fue así como la dulce anciana desapareció en medio de la ciénaga… su tiempo había transcurrido, sus ideas quedarían grabadas en las eternidad pero su afable sonrisa se iría desdibujando a lo largo de los imparables ciclos lunares hasta convertirse en la nada… hasta convertirse otra vez en gélidos pálpitos en mi interior…
…helado de arterias proseguí a continuar el camino de lozas…

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